jueves, 14 de julio de 2011

Todos eran mis hijos




La progaramción del festival Grec de este año es maravillosa y yo estoy aprovechando al máximo el lujo de vivir en mi Ciudad y poder asistir a tantas representaciones de arte juntas.

Recientemente fui a ver la función "Todos eran mis hijos", de Arthur Miller, que se representa en el teatro Poliorama hasta el 31 de julio. La acción se situa en Estados Unidos, año 1947, una vez pasada la guerra pero desde luego no cerradas sus heridas. Se centra en una familia de clase media alta que ha perdido a un miembro de ésta en la Guerra y que, tras unos cuantos años, recibe la visita de una persona muy afín a la familia. Ella vuelve al rincón de su infancia y adolescencia para recuperar parte de una vida que perdió al tener que trasladarse, por causas de fuerza mayor, a otra ciudad. Lo que ella no podía sospechar, ni ninguno de los miembros de la familia, es que este retorno hará estallar la calma familiar y sacará a la luz un secreto guardado durante años.

La función empieza muy bien, divetida, alegre y reflejando la tranquilidad que aporta el haber conseguido cumplir el sueño americano. Pero como todo sueño, éste tiene que acabar con el despertar de los personajes. Poco a poco se va oscureciendo la atmósfera, el plácido paisaje que se nos muestra se va haciendo más angustiante y el sueño se desvanece mostrando la cruda y dura realidad.

Bajo mi punto de vista, es una obra en la que no hay buenos y malos. Cada personaje tiene sus propias motivaciones y sigue su vida de la mejor manera que cree. Claro que eso conlleva sus consecuencias y cada uno debe asumir sus responsabilidades hasta el trágico desenlace.

Destacar a unos soberbios Carlos Hipólito y Gloria Muñoz, felicitar a unos grandes Fran Perea y Manuela Velasco, congratular a un magnífico Jorge Bosch que es capaz de llenar la escena y causar el caos con su breve papel (gran verdad la de Ventura Pons: "No hay personajes pequeños, si no actores pequeños") y unos correctos secundaros encarnados por Nicolás Vega, Amanda Recacha, Alberto Castrillo-Ferrer y Ainhoa Santamaría.

Animo a todos los que podais a disfrutar de esta joya teatral, no os decepcionará.

Sólo me queda hacer una reflexión que entederán muy bien aquellos que ya han disfrutado de la función: Realmente, todos eran sus hijos...

No hay comentarios: